Los curanderos aimaras que se consideran "elegidos" por haber sobrevivido al impacto de un rayo y los que poseen saberes ancestrales sobre salud cuentan ahora con el apoyo oficial de las autoridades de La Paz para ejercer su medicina.
Los amautas, kallawayas, yatiris y las kapakacheras, que con sus propias características pueden ser equivalentes a sabios consejeros o médicos expertos en hierbas, organizaron este fin de semana en La Paz su "Primera Feria de Medicina Tradicional".
Sanadores indígenas de ambos sexos expusieron su saber para curar males como la pérdida del "ajayu" (parte espiritual de los seres) o el "susto", parecido a una depresión aguda, los "maleficios", el "mal de aire" que deforma el rostro y problemas digestivos.
También estuvieron expertas parteras que tienen en su haber centenares de nacimientos y son muy requeridas para traer al mundo a los nuevos habitantes de las altitudes andinas de Bolivia, una de las zonas más pobres del país, donde no hay centros médicos.
Se trató de una feria organizada por la alcaldía de La Paz, cuyo director de Gobernabilidad, Pedro Susz, destacó que se abre una opción para los habitantes de la ciudad, parte de ellos de origen aimara, que tienen reticencias con "la medicina occidental".
La idea, según Susz, es que los paceños tengan la posibilidad de elegir entre las terapias de la medicina indígena conocida desde hace siglos y la llamada occidental académica, pues ambas pueden ser complementarias porque también tienen sus propias limitaciones.
Es un feria para ir "perdiendo miedos", dijo Susz, que anunció para julio la apertura en un barrio populoso de La Paz de un consultorio municipal donde concurrirán de forma rotativa los representantes de las diferentes vertientes de la medicina indígena.
No obstante, ve lejos la posibilidad de que los indígenas y los galenos académicos puedan interactuar de forma conjunta debido a que ya hubo experiencias en ese sentido que fracasaron porque todavía hay una "montaña de prejuicios" cuando se miran unos a otros.
Al explicar su medicina, los curanderos andinos, cuyas lenguas maternas son el aimara o el quechua, combinan sus conocimientos prácticos sobre hierbas con la psicología y los rituales religiosos.
Uno de los dirigentes de los amautas de La Paz, Pedro Ventura, defendió, en declaraciones a Efe, la importancia de las ceremonias y las ofrendas a la Madre Tierra o Pachamama para terminar con los "maleficios" que alejan a sus pacientes de la prosperidad.
También sostuvo que es capaz de devolver a las personas su "ajayu" cuando lo han perdido por un trauma fuerte, y rechazó de forma rotunda que se les considere "brujos" porque, según dijo, este término conlleva un prejuicio sobre sus antiguos conocimientos.
En La Paz, una de las vías de mayor atracción turística es una denominada popularmente "Calle de las Brujas" donde se venden infinidad de hierbas, brebajes, cremas y ofrendas preparadas, conocidas como "mesas", que incluyen fetos de llamas y de ovejas.
La chamán aimara Máxima Aleja de Ticona dijo a Efe que es una sanadora elegida al haber sobrevivido al impacto de un rayo, pero que también aprendió del conocimiento transmitido por generaciones.
El incidente del rayo, según la indígena, ocurrió hace diez años en la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, momento que considera fue una "señal" para iniciarse en el camino de dar salud a otras personas.
La mención del rayo o haber nacido con los pies por delante y no de cabeza en un parto natural son dos argumentos recurrentes en los aimaras cuando explican la razón por la que son curanderos.
Una curación que la mujer considera su especialidad es la eliminación de la "larpha", un mal mítico que los indígenas ven en la desnutrición de los niños cuando supuestamente han padecido el susto de ver el cadáver de una persona, según explica.
A su juicio, un médico formado académicamente nunca podrá solucionar el mal de "larpha" si solo ve anemia en el menor porque harán falta, dice, ritos de connotaciones sobrenaturales y oraciones a las deidades.
En la feria también participó un grupo de los reconocidos kallawayas, miembros de una cultura designada como patrimonio Oral e Cultural Intangible de la Humanidad por la Unesco en 2008.
Se trata de prestigiosos herbolarios que ejercen su medicina ambulante y cuyos antepasados asesoraban a la elite inca, trataban a los españoles durante la colonia y a quienes se les debe el descubrimiento de la quinina, recordó el municipio de La Paz.
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