“Mi hijo nació con el cordón enredado en el cuello, doña Pancha (Francisca Tola), cuando vino a atenderme, me toco la vena y dijo que venía amarrado, pensé que no iba a vivir, pero todo salió bien”, manifestó Sonia Tarqui.
En su opinión, las parteras tenían más desarrollado el instinto y la sensibilidad ante algunas particularidades del pulso durante el embarazo, ya que con sólo sentir la frecuencia o la flexibilidad, la partera podía identificar, el tiempo de gestación, el sexo del bebe y la posición en la que se encontraba.
“Tuve a mi hija mayor en casa, sin ningún problema así que cuando a mi hija, el doctor, le dijo que por la mala posición del bebé le iba a hacer una cesárea irremediablemente, yo busque a doña Francisca, para que la ponga en posición y pueda acomodar al bebe, ella ya estaba mayorcita así que le costó mucho, pero después de tres ocasiones él bebe se acomodó y nació con parto natural”, manifestó Hortensia Álvarez.
En este caso, algo muy particular sucedió, siendo que en dos ecografías le dijeron que él bebe era varón y que nacería por el mes de mayo, pero la partera a pesar de estar ya en una edad avanzada y muy cansada, al tocar la vena señaló que era mujer y que la madre iba a dar a luz antes de lo indicado por el doctor, diagnostico que se cumplió ante la incredulidad de la gestante.
Tola, ya no escucha muy bien y no puede responder a todas nuestras preguntas, pero si explica que desde muy niña aprendió estas estrategias de madre y de su abuela, y que nunca ha visto morir ni al bebe o a la madre por un parto, sin embargo, señala que ninguna de sus hijas aprendió este oficio y que ella misma después de haber migrado a la ciudad rompió esa herencia de saberes.
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