miércoles, 6 de enero de 2016

“Mates milagrosos”



“El secreto es orar y bendecir en nombre de Dios antes de tomar en ayunas. Hay que invertir en la salud porque eso te da la vida, yo pago por cada mate entre 3 o 4 bolivianos. En mi vida, para mí, primero es Dios, luego los deportes y los mates”.

Todavía está oscuro. El reloj marca las 5:30 y las calles del centro de la ciudad están levemente iluminadas por los faroles de la cuadra. Frena un taxi y desciende Guillermina Olmos Céspedes; alguien le ayuda a bajar unos enormes termos y una docena de bidones llenos.

Allí, en plena esquina de las calles Junín y avenida Hernando Siles, instala una precaria mesa, una banqueta de madera y, encima de ella, un termo de agua con capacidad de 12 litros.

Sobre la mesa va colocando, una a una, varias jarras de plástico de mediano tamaño que llena con infusiones de diferente densidad, color y agradables fragancias; algunos se ven espesos y viscosos.

En una división que la mesa tiene en la parte baja ubica otras jarras; en el piso yacen los bidones con infusiones y dos baldes, donde lavará los vasos utilizados: el primero tiene agua y detergente, el segundo agua pura para enjuagar.

Han pasado 15 minutos y apenas está terminando de instalarse cuando llega su primer cliente. “Caserita, buen día, uno para los riñones por favor”, le dice Silvestre Mendoza, chofer que conduce taxis desde hace 39 años, frotándose las manos para calentarse.

Ella, diligente, se coloca un mandil y una gorra celeste. Se lava las manos. Coge un vaso y una jarra con líquido verde que vacía hasta la tercera parte de la copa. Encima, una infusión de un tono similar a la miel; después agrega otra de color crema claro, introduce una cucharilla y mezcla antes de pasar el vaso humeante a su cliente.

Silvestre menea la cucharilla y luego hace lo mismo, suavemente, con el vaso. Bebe un sorbo, sopla el contenido, ¡fff…!, y vuelve a beber. Así, de sorbo en sorbo acaba el contenido. “Como estoy sentado todo el día mis riñones se calientan y me duelen, pero desde que empecé a tomar los mates, desde hace unos años, me siento mucho mejor”, asegura. Enseguida saca de sus bolsillos unas monedas para pagarle a Guillermina, que ya está atendiendo a otra persona.

En los mercados
A 1 kilómetro de distancia, en ese mismo momento, algo parecido está ocurriendo en inmediaciones del Mercado Campesino. En la calle Nataniel Aguirre esquina Bustillos, frontis de un banco, Adrián Mamani también instala su mesa de mates y comienza a vender en una zona donde mucha gente se ve afanada al comenzar a abrir sus negocios.

Una mujer, Lucía Maturano, espera pacientemente su turno mientras Adrián atiende a quienes se le adelantaron. “No soy tan constante con los remedios naturales, aunque debería serlo porque me sientan muy bien. Vengo a tomar para el dolor de riñones y la gastritis; una temporada estaba muy delicada, hice tratamiento y ahora estoy bien”.

Lejos, fuera del Mercado Central, empiezan a llegar más clientes de Guillermina: “Para la diabetes”, le dice uno. “Para la vesícula”, otro. Ella, amable y diligente, con la sonrisa a flor de labios, atiende los pedidos también por turno; sabe de memoria las proporciones exactas de los preparados que sirve con una velocidad impresionante.

Le toca de Fabio Abastoflor, otro conductor de taxi, con 20 años de experiencia en el rubro. Es un cliente asiduo desde hace cuatro años; toma los mates, tres o cuatro veces por semana, para prevenir el mal de riñones. “Siempre me alivia porque todos los días (estoy) en taxi y en pleno calor, ¡imagínese…!”, comenta a ECOS.

La hora marca las 6:50 y la oscuridad se escapando con la llegada del Astro rey. En las calles se aceleran los pasos y aumenta el movimiento vehicular. La gente se apiña en torno a la mesa de Guillermina y de Adrián, esperando ser atendida.

Un hombre le aclara que necesita algo para el estrés; luego, alguien le pedirá un remedio para el colesterol, y para la diabetes, y para los riñones… La mujer, cual si fuera un científico en su laboratorio, coloca rápidamente sobre la mesa cuatro vasos: en cada uno va echando una serie de mezclas y después entrega las copas a sus clientes. También atiende pedidos que algunos se llevan en bolsas de nylon. Le faltan manos para vender.

“El secreto”
Renato Barrón tiene 45 años, pero luce como de 30. Dice que Dios creó las plantas para que los humanos se curen con ellas. En su criterio, los mates de plantas medicinales alivian y curan todos los malestares de las personas.

“A través de la señora [la señala], Dios bendice a los que toman sus mates. Ha curado diferentes cánceres y otras enfermedades graves; además de curar, previene y alivia dolores”.

En este momento, Barrón se toma una mezcla de sábila con alfa, chía, uña de gato, germen de trigo, maca y papa. Cuenta a ECOS que hace 26 años enfermó de los riñones y le diagnosticaron gastritis, patologías de las que —asegura— se curó tomando los mates.

Desde entonces, periódicamente acude a beber los “mates milagrosos”. Dice convencido: “El secreto es orar y bendecir en nombre de Dios antes de tomar en ayunas. Hay que invertir en la salud porque eso te da la vida, yo pago por cada mate entre 3 o 4 bolivianos. En mi vida, para mí, primero es Dios, luego los deportes y los mates”.

De acuerdo al testimonio de varios consumidores, la clave está en tomar los mates en ayunas. Si se trata de alguna enfermedad, se debe hacer caso a lo que aconseja el matero: puede ser un tratamiento de 15 días, un mes o tres, todos los días. Los costos de los mates oscilan entre 1 y 4 bolivianos.
Para prevenir, los mates se toman cada cierto tiempo.

Las opciones
Los preparados son: zumos de plantas medicinales que se mezclan con vitaminas, polen, jalea real, miel, productos energéticos y otras sustancias conocidas solo por sus hacedores. Ellos saben qué plantas, con cuáles propiedades curativas, utilizarán. Las cantidades, las mezclas con otros productos…
Guillermina y Adrián, cada uno por su lado, se levantan alrededor de las 2:30 para preparar los jugos, que ya están listos para salir a la venta alrededor de las 5:00.

La clientela pertenece a diferentes estratos sociales y grupos etarios; sin embargo, en los últimos años han aumentado los jóvenes con problemas estomacales. Los materos dicen que esto se debe a la dieta alta en grasas y a los ajíes.

“Ahora, la mayor parte de la gente come mucho pollo frito y después están con problemas de estómago”, afirma Guillermina.
“La chía, la sábila y la manzana, para el estómago; el noni, sábila y polen, para la diabetes; la sábila, noni y sangre de grado, para el cáncer; la manzana para la memoria y los nervios; la maca para el estrés; chía, germen de trigo, manzana y apio para el colesterol”.

Para el mal de amores también hay cura. “Miel de abejas y jalea real, para endulzar la vida”, ríe a carcajadas Guillermina Olmos, mientras se aplica al máximo para atender a tiempo a sus clientes, que se han agolpado alrededor de su mesa.


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