domingo, 26 de julio de 2015

Marihuana para la salud

Miles de años después de las primeras referencias históricas del consumo de marihuana, el potencial médico del cannabis continúa estando por explotar. Se debe a la falta de conocimiento básico. Hace solo 25 años que se descubrió el sistema endocannabinoide, una extensa red de comunicación entre neuronas y otras células del sistema nervioso central y otros órganos cuyo funcionamiento es modulado por los principales compuestos activos del cannabis. El propio organismo genera variantes endógenas de esas sustancias para regular funciones cerebrales fundamentales como la conducta, la memoria y el dolor. Ahora, el reto es convertir los cannabinoides en fármacos más efectivos contra un rango cada vez más amplio de dolencias, desde los tumores más agresivos hasta la epilepsia.

“Por un lado se tiene una sustancia que se ha consumido durante siglos, pero cuyos efectos se han probado en muy pocos estudios clínicos con pacientes”, explica Manuel Guzmán, quien dirige un grupo de investigación acerca del cannabinoides en la Universidad Complutense de Madrid, España. Por otra parte, afirma, cada vez se tiene más conocimiento básico de sus efectos gracias a los estudios con animales y células humanas.

En uno de esos análisis, Guzmán y otros autores demostraron que los cannabinoides como el THC (tetrahidrocannabinol), el principal responsable de los efectos psicoactivos de la marihuana, reduce el crecimiento de los glioblastomas, un tumor en el cerebro muy agresivo y difícil de tratar. “Hay muy buenas evidencias de que el cannabis puede eliminar el cáncer en células humanas y ratones, pero las pruebas sólidas de que lo hace en personas son aún muy pocas”, reconoce.

Su equipo colabora en un ensayo clínico que está probando en Reino Unido la eficacia de Sativex, un fármaco que contiene los dos principales compuestos del cannabis (THC y cannabidiol, o CBD), para pacientes cuyos tumores han resurgido luego de la cirugía. El fármaco se administra junto a la quimioterapia convencional. “En unos meses”, explica Guzmán, su equipo espera comenzar el primer ensayo clínico en España para probar la efectividad conjunta como tratamiento de primera línea en pacientes con glioblastoma.

De acuerdo con Guzmán, quien preside la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides, “estamos viviendo un boom” en la investigación en usos novedosos de los cannabinoides. Han sido impulsados en parte por experiencias personales de pacientes o familiares con el consumo de marihuana para aliviar sus síntomas. La aplicación más llamativa es el CBD con el fin de reducir el número de ataques epilépticos en niños con síndrome de Dravet. Su efectividad ya se está probando en ensayos clínicos.

En sus orígenes, los tratamientos aprobados de estos compuestos contra los espasmos de la esclerosis múltiple o el dolor y las náuseas en el cáncer tuvieron su origen en evidencias “anecdóticas” registradas en enfermos que usaban marihuana.

Alzheimer

El trabajo describe un péptido (una proteína de pequeño tamaño) que, administrado a los roedores, bloquea gran parte de los efectos “indeseables” de la marihuana, conservando sus otras funciones analgésicas. “Por ahora, todo hace pensar que ese mismo compuesto sería inocuo en humanos”, señala el galeno.

Su equipo forma parte del consorcio Neuropain, dotado con seis millones de euros, en parte para buscar nuevas aplicaciones de los cannabinoides contra el dolor neuropático, que surge tras la alteración de nervios por el cáncer u otras patologías y que no responden bien a los analgésicos. El referente más común, explica Rafael Maldonado, del laboratorio de neurofarmacología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, son los casos en los que un miembro amputado sigue doliendo.

La marihuana sigue siendo un pozo sin fondo para la investigación biomédica, tanto que muchos científicos ya ni piensan en ella. Se cree que hay entre 60 y 90 cannabinoides, muchos aún sin explorar y que deben ser incluidos en “quimiotecas” para su estudio. “Hemos sobrepasado a la marihuana, hoy el campo de investigación es infinitamente más amplio y debería dejar de ser vinculado con ésta”, explica Javier Fernández-Ruiz, catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas.

Los cannabinoides pueden ser un buen aliado en la guerra contra el alzheimer o el parkinson, las “enfermedades típicas del siglo XXI”, por la longevidad cada vez mayor de la población, dice Fernández-Ruiz. El paso del tiempo hace que el cerebro pierda neuronas y que gran parte no se reponga. Este proceso se debe a factores como la oxidación o la falta de riego vascular.

“Los cannabinoides parecen ser capaces de corregir varios de estos problemas a la vez”, explica Fernández-Ruiz. Su próximo proyecto es un estudio en perros que sufren una enfermedad parecida a la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), para probar el efecto del THC y el CBD.

Todos los expertos consultados piden mucha cautela ante estas líneas de investigación. “Estoy seguro de que en el futuro habrá un medicamento contra tumores cerebrales basado en cannabinoides, pero los pacientes actuales no se podrán beneficiar de ellos”, advierte Fernández-Ruiz.

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