lunes, 22 de julio de 2013

Prefieren medicina tradicional porque desconfían de médicos

Las zonas donde existen bosques y una abundante biodiversidad, además del establecimiento de poblaciones indígenas, son los lugares donde más se practica la medicina tradicional.

Grasas y aceites de los animales, además de pezuñas y picos de otras especies que viven en el monte o el bosque, son utilizados para sanar las enfermedades y dolencias.

El antropólogo e investigador Fernando Prada afirma que esta situación sucede porque no existen centros de salud cerca de algunas poblaciones o comunidades, y también debido a que los médicos tienen problemas para entender el idioma de ciertos pueblos indígenas.

Asegura que otra de las causas es la poca confianza que tienen los indígenas en la medicina convencional, porque en algunos casos llegan al hospital muy tarde y sus allegados fallecen en los nosocomios.

“Las poblaciones indígenas prefieren acudir a la medicina tradicional porque ven resultados y evidencias, aunque también se ha tratado de hacer algunas combinaciones con la medicina convencional”, apunta Prada.

Añade que estas prácticas están muy enraizadas en la cultura de estos pueblos y, evitarlas para tratar de cuidar la biodiversidad, sería casi imposible.

Su sugerencia es más bien tratar de combinar ambos tipos de medicina y capacitar a personas que puedan ayudar a estas poblaciones, en casos extremos.

Prada indica que la biodiversidad no será rescatada por el hecho de prohibir el uso de la medicina tradicional o reducir las prácticas populares.

El problema va más allá, indica Prada, pues según su percepción, en todo el mundo se está sufriendo el atentado contra la biodiversidad.

Son los cambios en el ecosistema los que están afectando a las especies de flora y fauna, agrega.

Y añade que debido a estos cambios los animales son encontrados, cada vez, en lugares más alejados.

“Para cazar a un animal hay que viajar varios días a lugares alejados, porque los animales, al no contar con el ecosistema, migran muy adentro del monte”, afirma Prada.

AUTOCONTROL

El antropólogo, que ha realizado varios trabajos de investigación en la Amazonía boliviana, indica que la mayoría de las poblaciones indígenas cuentan con sus propios sistemas de autocontrol para evitar daños al hábitat en el que viven.

Cazar un animal o sacar una planta sin la autorización de una autoridad del pueblo indígena o del monte merece una sanción, según el experto.

“De alguna forma esto está logrando regular los recursos que hay en los bosques”, afirma.

Da como ejemplo el pueblo mosetén, donde un cazador que entra en un territorio indígena está prohibido de cazar hembras preñadas y puede ser castigado por los pobladores si eso ocurre.

Allí solamente se permite cazar animales machos que tienen una edad avanzada porque ya cumplieron su ciclo de reproducción.

“Es evidente que las culturas están cambiando. Tampoco podemos decir que estas prácticas (caza y pesca) no menoscaben el medioambiente”, reconoce. Sin embargo, señala que los daños son mínimos frente a otras actividades que se realizan con pretexto del desarrollo, como la extracción de petróleo y nuevas construcciones, entre otras.

Considera que en el mundo hay cada vez menos selvas vírgenes y, pensando en esta situación, “lo que debemos hacer es más bien pensar la manera de conservar la biodiversidad”.

Una de estas formas está enfocada en buscar la manera de reproducción de las especies que son más utilizadas para la medicina tradicional.

“No se puede ver solamente lo negativo. Habría que ver lo positivo y la forma de generar recursos a través de estas tradiciones. Si se necesitan cierto tipo de especies, pues se debe trabajar en una forma de reproducción”, agrega.

Apostilla que eso sucede, por ejemplo, en el caso de la flora en Perú con la planta medicinal de maca, que es muy conocida por sus beneficios y en la que se ha invertido para su plantación y su introducción a mercados de otros países.

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